Maullidos Urbanos
Consecuencias de anular el horario de verano
Gato de Barrio
Aunque en el gobierno federal, en especial en la Secretaría de Salud, están contentos con la cancelación del horario de verano –por tener el horario de Dios–, especialistas anticipan del riesgo de que ante el inevitable aumento en la demanda de la energía eléctrica provocará apagones en distintas regiones del país, donde la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) resulta insuficiente.
Incluso, precisan que se perderán los hasta mil 400 millones de pesos ahorro anuales que se calculaba existía en el país con esta medida por el aprovechamiento de la luz solar.
De acuerdo con Ramses Pech, asesor de energía de la consultora Grupo Caraiva y Asociados, ’al retroceder una hora se ha incrementado la demanda de electricidad después de las siete de la noche, porque la gente llega a sus hogares sin luz solar, es decir que se produce un mayor consumo de energía para iluminar la casa y conectar los aparatos electrónicos’.
Precisó que, los picos de mayor demanda eran de dos horas, de ocho a diez de la noche, pero al no adelantarse el reloj, ahora el pico dura tres horas, al iniciar a las siete de la noche, sin omitir que el aumento en la temperatura también genera mayor consumo eléctrico.
Por ese ’aumento en la demanda de electricidad, aunado al incremento de horas con mayor consumo, podrían provocar apagones entre mayo y agosto, que son los meses de más calor y en donde la demanda de electricidad aumenta aún más porque las personas encienden por más tiempo y con mayor potencial los aires acondicionados’, puntualizó Pech.
Aclaro que esos apagones no serán provocados por un déficit en la generación eléctrica, sino por la falta de infraestructura a la que se enfrenta la CFE: ’La infraestructura de nuestro país es cada vez más obsoleta y las líneas de transmisión que se tienen no son suficientes para abastecer la creciente demanda’.
Por su parte Carlos Flores, especialista en temas de energía, resumió que
en los últimos años, en especial durante la actual administración, se presenta un aumento promedio de 2% de la demanda, con algunas regiones creciendo alrededor del 3%, mientras la capacidad disponible se ha mantenido con cambios prácticamente insignificantes.
Si en los próximos meses se generan apagones o cortes de energía, de ninguna forma será por culpa de los anteriores ’gobiernos neoliberales’ ni de los ’conservadores corruptos’, sino del cumplimiento de un capricho personal, secundado por los legisladores morenistas y disciplinados funcionarios quienes, sin discutir, aceptan las órdenes desde Palacio Nacional.
Alebrijes en Cuadratines
El banco deseado por AMLO
Adrián Chavarría Espinosa
ache57@yahoo.com.mx
Uno de los temas que más destacó la semana pasada, primero en las conferencias mañaneras en Palacio Nacional y después en el ámbito financiero, fue el interés expresamente manifestado por el presidente Andrés Manuel López Obrador de adquirir Banamex, tras la cancelación de las negociaciones con el empresario Germán Larrea.
De acuerdo con el político tabasqueño no se descarta la posibilidad de que el Gobierno mexicano compre Banamex, al considerar que ’se puede cumplir con todos los requisitos’, incluso anticipó que se podría llegar a un acuerdo con Citigroup para el pago de impuestos, un punto en el que ha puesto especial atención.
Recuérdese que desde enero de 2022 Citi Group anunció su decisión de vender parte de su negocio en México, mientras que mantendría su cartera de grandes corporativos, pero desde entonces López Obrador puso varias condiciones como el que se vendiera a capital mexicano, se pagaran impuestos por la transacción, no hubieran saldos pendientes tributarios y que el patrimonio cultural de Banamex se quedara en el país.
Varios alzaron la mano interesados en la compra, como Inbursa, de Carlos Slim, Banco Azteca, Banorte, Santander y Mifel, pero todos abandonaron la puja hasta que quedó Larrea.
Pero el pasado miércoles Citi anunció que la venta de Banamex sería a través del mercado de valores, mediante una oferta pública inicial (OPI) hasta 2025. Entonces el presidente expresó su interés en convertir a Banamex en un banco estatal, para lo cual la administración pública podría disponer de hasta tres mil millones de dólares y ofertar acciones por dos mil millones de dólares, de seguir el valor de venta en los siete mil millones de dólares.
Aunque desde el punto de vista de López Obrador la compra Banamex ’es un buen negocio’, debido a que el principal cliente de los bancos es el gobierno, el cual requiere de uno de ellos incluso que funcione de forma virtual, sin necesidad de oficinas o ventanillas.
La verdad se equivoca en varios puntos. Uno de ellos es que el gobierno federal tiene varias instituciones financieras: Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), Banco Nacional del Ejército, Fuerza Aérea y Armada (Banjercito), Nacional Financiera (Nafin), Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural (Focir), aunque recientemente ordenó liquidar la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND), sin omitir su proyecto estrella: Banco del Bienestar.
Pero en materia bancaria ¿qué tan confiable es una persona que se enorgullece de no tener ni una tarjeta de crédito? Porque él lo es y si quisiera en verdad tener un banco público entonces podría respaldar, por ejemplo, a Banjercito para hacerlo competitivo.
La realidad es que su Banco del Bienestar, mediante el cual se distribuyen los recursos a los beneficiarios de los diferentes programas sociales, no opera eficientemente. Por ejemplo, aunque se pregona que las consultas y retiros son sin comisiones en ciertos bancos, eso funcionaba cuando esas instituciones privadas apoyaban con los pagos, pero con el cambio de tarjetas esos servicios ya no resultan gratuitos.
Aquí se presenta otro problema: aunque dice tener en operación mil 357 sucursales en todo el país y al cierre de 2022 su red de cajeros automáticos sumaban mil 111, todo elllo resulta insuficiente para atender a toda su clientela, ya que las máquinas dispensadoras frecuentemente se descomponen o se quedan sin efectivo para cubrir la demanda requerida.
Por ejemplo, en todo el Estado de México operan 34 sucursales y cerca de 90 cajeros automáticos, aunque municipios como Acambay, Atlacomulco y Ecatepec tienen tres, Jilotepec, cuatro; Ixtlahuaca y en San Felipe del Progreso, cinco; Naucalpan, seis. Es decir, no se cubren todos los 125 municipios, por ello los interesados en retirar sus apoyos acuden a otros bancos, lo que además del costo de traslado, significa tener que pagar comisiones.
Hay más: tiene un número telefónico para atender problemas –el 800 900 2000–, pero solo funciona de lunes a viernes, de las 9 de la mañana a las seis de la tarde, por lo que de suceder algún problema deberá esperar a esos horarios para ser escuchado. Incluso, al marcar a esa línea las personas deberán armarse se paciencia ya que tardan hasta media hora para ser atendido y debe hacerlo rápidamente porque la línea se corta frecuentemente.
Si López Obrador no logra que el Banco del Bienestar opere eficientemente, de adquirir Banamex necesitaría tener un gran equipo de directivos para mantener sus actuales condiciones. Pero esos eficientes funcionarios gozan de altos sueldos –más de lo que gana el presidente–, así como beneficios como bonos y seguros médicos, lejanos a la austeridad.
Entonces el presidente colocaría a directivos –con 10% de experiencia y 90% de honestidad–, por supuesto con menos prestaciones, quienes no ofrecerían los mejores resultados y, sin duda, Banamex iría directo a la quiebra.
En fin, esa compra por parte del gobierno federal debe ser calificada como otra ocurrencia, sin bases ni respaldos que garanticen un eficiente servicio y, con el paso del tiempo, en lugar de generar ganancias requerirá de subsidios.
Por lo pronto, considero que Citi Group esperará mejores condiciones políticas y sociales para volver a ofrecer en venta directa a Banamex. Sin duda, una buena decisión.
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