Este lunes y una vez que el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela terminó de ’contar’ los votos de la jornada electoral realizada un día antes, decidió proclamar a Nicolás Maduro como presidente electo, razón por la cual el próximo 10 de enero debería comenzar su tercer sexenio al frente del país, el cual ha sido gobernado por el chavismo desde hace 25 años.
Según las cifras oficiales del CNE, Maduro fue proclamado vencedor con el 51.2% de votos frente al 44.2% atribuido a Edmundo González Urrutia, principal candidato opositor, resultados objetados por presidentes de varias naciones y diversos órganos sociales y políticos.
Por lo anterior, el ’reelecto mandatario’ tras calificar a esas críticas como "injerencistas acciones y declaraciones", exigió a los gobiernos de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay. "el retiro, de manera inmediata, de sus representantes" de Venezuela, además anunció el retiro de su personal diplomático de las embajadas ante esas naciones.
Otros países también han expresado su inconformidad con esos ’resultados’: Ecuador, Guatemala y Paraguay; además mientras Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, expresó sus ’serias preocupaciones’, Gabriel Boric, presidente izquierdista de Chile, advirtió que su gobierno no reconoce la victoria de Maduro y se suman a las múltiples demandas de transparencia de la comunidad internacional.
A nivel interno las consecuencias contra los opositores no se han hecho esperar. Entre otras medidas y sin bases legales justificadas, se ordenó el arresto y la inhabilitación de opositores, entre ellos la principal rival del chavismo, la exlegisladora María Corina Machado, a quien se le impidió registrarse como candidata presidencial y a González Urrutia, supuesto aspirante perdedor quienes han denunciado ’fraude’ y ’saqueo masivo’.
En su discurso del 18 de julio, en una zona popular de Caracas, Maduro dijo: ’El destino de Venezuela, en el siglo XXI, depende de nuestra victoria. Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo’.
Sin embargo, ese real y fraudulento triunfo puede ser el que lleve a un baño de sangre al pueblo venezolano, que ya no está dispuesto a sufrir más el ’gobierno revolucionario’ de Nicolás Maduro que, además de una grave crisis económica, ha provocado la salida de millones de personas deseosas de mejores condiciones de vida.