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Mañaneras, la Inquisición contemporánea

Adrián Chavarría Espinosa

Mañaneras, la Inquisición contemporánea
Marzo 28, 2022 21:14 hrs.
Política ›
Adrián Chavarría Espinosa › El Informador Analítico

Según el presidente Andrés Manuel López Obrador, sus conferencias mañaneras son informativas, para que el pueblo mexicano sea informado de las acciones y programas desarrollados por el gobierno federal, pero en el trasfondo su pretensión es marcar la agenda política diaria, de acuerdo a sus intereses personales y políticos.
Esas conferencias no son nuevas. Las inició desde cuando fue jefe de gobierno en el entonces Distrito Federal, del 2000 al 2006, pero no solo como autoridad capitalina sino para enfrentar políticamente al entonces presidente Vicente Fox Quesada y, además, preparar su primera postulación presidencial, donde perdió ante Felipe Calderón Hinojosa por apenas una diferencia de casi 244 mil votos, es decir el 0.58%.
Por ello, López Obrador ha insistido en denunciar que esas elecciones fueron fraudulentas y de un robo en su contra, lo cual no ha logrado superar y a pesar de decir que no es rencoroso, esa derrota lo ha marcado en toda su vida política y personal.
Pero, de nuevo con las mañaneras, en ese sexenio mintió constantemente ya que cuando se le preguntaba por sus aspiraciones políticas, repetía que ’lo dieran por muerto’ y lo apoyaba al responder negativamente cuando su dedo índice lo movía de izquierda a derecha.
Pero como presidente de la república, López Obrador ha utilizado sus conferencias no solo para informar u ocasionalmente dar voz a alguno de sus colaboradores, también es un espacio utilizado para transformarlo en la Inquisición del Siglo XXI, donde él es el único dueño de la verdad absoluta, quien define como personas buenas aquellas que están de acuerdo con sus puntos de vista y, más que adversarios, califica como enemigos no solo a quienes no coindicen con sus opiniones sino también a quien se atreve a criticarlo.
Podría comparársele con el fraile dominico Tomás de Torquemada, famoso inquisidor de la corte española de la segunda mitad del Siglo XV, cuyo nombre se convirtió en paradigma de la intolerancia, quien en los diez años en que estuvo al frente del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, presuntamente ordenó más de tres mil ejecuciones y un número varias veces mayor de encarcelamientos, confiscaciones, torturas y degradaciones públicas.
De la misma forma, el presidente utiliza sus mañaneras para no solo descalificar a quienes llama desde ’fifís’, ’conservadores’ hasta ’neoliberales’, entre otros nombres para demeritarlos, sino para ’reconocer’ y calificar de ’honrados’, ’buenas personas’, responsables, entre otros adjetivos, a quienes lo apoyan y respaldan ’desinteresadamente’.
Para López Obrador no hay términos medios, no hay tonos grises, solo hay blanco y negro, porque pobre de quien cambie de opinión, para sin importar sus antecedentes, automáticamente sea considerado un adversario.
Así ha sucedido con periodistas, como con Carmen Aristegui, quien durante años respaldó al ahora presidente y sus interminables campañas proselitistas, y tras difundir la información de la ’Casa gris’ donde vivió su hijo José Ramón en Houston, Texas, de inmediato la desconoció y pasó a ser su enemiga.
Más recientemente, cuando un grupo de artistas decidió apoyar al movimiento ambientalista que ha impulsado la campaña #SélvameDelTren, con el propósito de que se modifique la ruta del tramo cinco del Tren Maya, que deberá conectar a Cancún con Tulum, al considerar que esa obra de infraestructura dañará la selva, los ríos subterráneos y los cenotes.
En respuesta López Obrador aseguró que quienes aceptaron participar en el video que se ha viralizado en las redes sociales lo hicieron por dinero, convicción o fama, incluso dijo que los famosos solo se dedicaron a leer un guion y que Claudio X. González podría estar financiando la campaña contra el Tren Maya.
Expresó: ’Existe también la deshonestidad en artistas, científicos e intelectuales. A estos famosos o les pagaron o lo hacen por convicción, porque les molesta mucho lo que está sucediendo en el país. Son adversarios nuestros, algunos muy desinformados’; además los acusó de no haber hecho nada para impedir construir el aeropuerto en el exlago de Texcoco.
Sin embargo, los artistas que se pronunciaron contra el Tren Maya le contestaron al presidente que nadie los contrató ni les pagó, que no son sus adversarios, en cambio están preocupados porque se cumplan regulaciones de especialistas ambientales; afirmaron no pertenecer a un partido político, incluso varios de ellos votamos por él.
En redes sociales se reprodujeron videos y testimonios de cuando lo apoyaron y criticaron la construcción del aeropuerto en el exlago de Texcoco, como por ejemplo Rubén Albarrán vocalista de Café Tacuba, pero ni así cambió de opinión el mandatario mexicano.
En sus mañaneras, López Obrador ha incurrido en desacatos de autoridades electorales pero no le importan las llamadas de atención. Solamente, cuando se adelantó al Banco de México para revelar el alza en las tasas de interés, se disculpó pero más por ser un delito que por convicción. De ahí en fuera no ha aceptado nunca expresado un cambio de opinión.
Sin duda las mañaneras son la Inquisición del Siglo XXI y lo lamentable es que así se mantendrá, y aunque afirma que las encuestas le favorecen, estas actitudes provocarán una baja en su popularidad y, por supuesto, afirmará que son mentiras de sus ’adversarios’. Allá él y sus mensajes y sus correspondientes consecuencias

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