Si actualmente existe un político puede afectar los intentos de la oposición para desplazar del poder a Morena, no solo en las elecciones del próximo 5 de junio en seis estados, o en las del próximo año, y muy particularmente en las federales para el 2024, donde se disputará la presidencia de la república, lo es Alejandro Moreno, el presidente nacional del PRI.
Si en realidad desea que su partido recupere terreno político, lo mejor que podría hacer sería dimitir a su cargo y permitir que otro lo encabece, porque con sus acciones y pretensiones encamina al PRI a perder lo poco que aún tiene en lugar de acrecentar su presencia.
Moreno o Alito, como le gusta que le llamen, mantiene un récord negativo como el líder del tricolor. Por ejemplo, en los procesos electorales que ha encabezado ya perdió las gubernaturas en Campeche —su estado natal el cual, incluso, gobernó—, Colima, Guerrero, Nayarit, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.
Es decir, no ha ganado ninguna. Incluso, de las que se disputarán en junio los pronósticos no son favorables, por lo cual el PRI podría perder Oaxaca e Hidalgo y solo quedaría el Estado de México y Coahuila, que serán disputadas el próximo año. De los diputados federales hace cinco años tenía 205 y ahora solo cuenta con 70 legisladores.
Ahora, además, Moreno se autopromociona para ser el candidato presidencial por lo menos del PRI, ya que también pretende serlo por la alianza supuestamente conformada con el PAN y el PRD, lo cual difícilmente sería aceptados por esos partidos.
También en estos días han sido divulgadas una serie de audios donde Alito es exhibido como alguien dispuesto a cometer desde ilícitos hasta expresarse muy negativamente de los periodistas. Por supuesto niega las expresiones difundidas y alega que han sido manipuladas, razón por lo cual asegura haber iniciado una serie de denuncias legales a fin de proceder en contra de los autores de esos presuntos infundios.
Con todos esos antecedentes de ninguna manera puede considerarse como el mejor prospecto no solo para ser candidato presidencial, sino para mantenerse al frente del PRI.
De los anteriores presidentes priistas, en lugar de retomar el ejemplo de Manlio Fabio Beltrones, quien renunció en junio de 2016 después de unos muy malos resultados electorales para su partido, pero se asemeja más a Roberto Madrazo Pintado, quien se apropió del partido para postularse como el candidato presidencial en 2006, y lo único que logró fue obtener un nada honroso tercer lugar, detrás de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador.